Esta historia comienza en un cuarto vacío,
con las paredes recubiertas de madera,
la puerta con una pequeña ventana de vidrio
y una cámara para monitorear lo que ocurría dentro.
Sin saber lo que pasaba,
dormía sobre un colchón en el suelo
los sedantes la atontaron
a tal punto que sólo podía dormir.
A media mañana los médicos
decidieron que debía dejar el cuarto de seguridad
y ocupar una de las tantas camas,
destinadas a los pacientes internos.
Escoltada por un par de enfermeras,
subió las gradas del hospital hasta llegar al consultorio
allí la esperaba una mujer,
que hablaba con la doctora de turno.
Era su madre,
al verla le pedió con lágrimas
que la sacara de ese lugar,
le dijo que no debía estar allá.
Luego de escucharla
de verla llorar,
repitió su única respuesta ¡No!,
una negativa tras otra.
Entonces intervino la doctora
pidiendo que la visita se fuera;
salió del consultorio rumbo a una habitación,
en la que habían cinco camas.
La primera estaba ocupada por una muchacha
que tenía problemas de retraso mental,
agravado por alucinaciones;
se notaba que estaba en el lugar más de un mes.
En la siguiente cama, a la derecha,
se encontraba una mujer, vestida con un pijama,
el mismo que llevaba en el momento que la saludó por primera vez,
antes de que la encerraran en el cuarto de seguridad.
En el momento en que quería salir
y comenzó a golpear la puerta
que conectaba el mundo del hospital psiquiátrico
con el mundo externo.
Le recomendó que no golpeara la puerta,
que se sentara y cuando la abriera hablara con el guardia,
cuando se sentó en la última grada
las lágrimas comenzaron a brotar sin parar.
En ese momento entró el guardia
y a la fuerza la comenzó a empujar,
trato de pararlo para que no la llevara a otro lugar;
pero fue envano, así es como ingresó al psiquiátrico.
A su izquierda, llegó por la noche otra mujer,
ella se internó voluntariamente,
era la segunda vez que se internaba;
pasaba el tiempo con un hilo y croché.
Y un poco más allá se encontraba otra mujer
que escuchaba la voz de su madre,
como si la llamara por los rincones;
la habia perdido hace poco tiempo atrás.
Así compredió que existen varios mundos
todos paralelos e inmersos a su vez,
dentro de lo que parece ser normal
entre límites de anciedad.